El augurio de lo nunca expresado, de lo roído y tormentoso, de aquello que es oscuro y desastroso, de lo que empuja a un corazón mal amado. Y pensar que he definido este último asalto como el más doloroso, pero también el más provechoso. ¿Quién diría que un corazón pudiera apagarse con tanta facilidad? Estoy seguro de que llevo un extintor en el alma, sólo debía usarlo conscientemente. Mientras la intención no exista, la llama seguirá latente.