No estoy enfadado, estoy decepcionado...no tengo ganas de sanar a nadie, ni tengo porque enseñar a nadie cómo tratarme, y mucho menos, con personas que son incapaces de mantener conversaciones.No tengo la necesidad de convencer a nadie, quien me quiera en su vida, que me respeten, como yo los respetare a ellos. Honestamente, en las buenas todos quieren estar, pero en las malas se cuentan con los dedos de una mano. He aprendido a ser selectivo, no por arrogancia, sino por sabiduría y paz mental