En otra vida no pensé más en lo demás que en mí. En otra vida no fui tan autoexigente conmigo misma y no me sentía insuficiente todo el tiempo. En otra vida, si fui la primera elección de alguien. En otra vida, logré viajar y lo intentamos. En otra vida, no tuve una Anorexia nerviosa purgativa y no crecí luchando con mi peso. En otra vida, no sufrí de ansiedad social. En otra vida, no dejé de vivir momentos por estar triste. En otra vida, no procrastiné todo el tiempo por miedo. Y podría seguir.